La
noche del 14 de abril de 1912 vuelve a repetirse. La historia del tranatlántico
más famoso de todos los tiempos puede volver a vivirse, esta vez gracias a la
exposición que ofrece el teatro Fernán Gómez.
Es
algo más que una exposición, se trata de una auténtica experiencia, una máquina
del tiempo que nos permite ver con nuestros propios ojos todo aquello que
reproducíamos con la cinta de vídeo, la misma que acabó rallada en la
estantería principal debido al exceso de visualizaciones.
El
paso por el buque de los sueños te transporta a esa noche fatídica para
mostrarte de primera mano las habitaciones recreadas, las historias más
trágicas y dramáticas de algunos de los pasajeros, así como algunos de sus
objetos reales a parte de las réplicas que te ayudan a comprender todo mejor y
sumergirte con ellos en el atlántico.
Con
el auge que está teniendo la exposición podemos plantearnos que parte de todo
esto podría considerarse cultura y cual negocio, lo que está claro es que las
exposiciones siempre tienen su parte de negocio, esta misma la tiene la igual
que la tuvo la película estrenada en 1917 que retrató un hecho trágico pero si
convirtió en leyenda y clásico obligatorio de todas las estanterías. Titanic
The exhibition está hecha con ánimo de lucro, con ganas de obtener dinero de
todos aquellos que se maravillan con la historia del buque y cuyas ganas de
saber más le llevan a adentrarse en el recorrido por un módico precio. Lo que
está claro es que también tiene su parte de aprendizaje y por su puesto de
entretenimiento ya que todas estas exposiciones al fin y al cabo se ponen para
su disfrute y para poder llegar a conocer los secretos del más mítico de todos
los buques de la historia universal.
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